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Escultura surrealista y fragmento corporal

Proyecto III. Título: La caja boba.

Introducción y objetivos

En este tercer proyecto nuestro objetivo era crear una pieza escultórica que tuviese como punto central el cuerpo humano, los movimientos de Vanguardia (Surrealismo y Dadaísmo, principalmente), y el procedimiento de realización de moldes. Mi intención era trabajar con el surrealismo, pero introduciendo cierto carácter crítico.

Referentes

Para la concepción, maduración y realización de mi obra, me he servido del Dadaísmo, por un lado, y su necesidad crítica; y de la estética del Surrealismo.

Dadaísmo. Se trata de un movimiento perteneciente a las Vanguardias históricas de siglo XX (primeras Vanguardias). El Arte dada nace en 1915, en Zurich. Fue desarrollado por un numeroso grupo de poetas que recitaban sus poesías y ensayaban gestos emblemáticos en el Café Voltaire. Se trataba de cambiar las tipografías y resaltar un texto compuesto por palabras sin sentido, que no dijese ni significase nada. Así, conseguían creativamente embelesar a la gente, sin que les entendieran.

Se trata, por tanto, de un movimiento interdisciplinar confeccionado expresamente para no ser comprendido. Esto se debe, entre otras cosas, a que muchos de sus artistas participaron en la I Guerra Mundial y sufrieron el hambre, la orfandad y las enfermedades. Es, por ello, un movimiento bastante pesimista, pues se entiende que, tras los desastres ocurridos en la guerra, la humanidad, el ser humano, ha tocado fondo. Como consecuencia, los artistas poseen una mirada bastante negativa hacia todo lo relacionado con la vida y las acciones humanas.

El nombre de esta corriente vanguardista viene del poeta y ensayista Tzara (Samuel Rosenstock), el cual en su Manifiesto dadá (1918), vino a explicar que dadá no significaba nada, pues “Dadá es o todo o nada”.  No obstante, ya en 1916 los dadaístas habían ojeado el diccionario y elegido al azar esa palabras. Para estos artistas, lo importante era el estado de ánimo, y a lo sumo, el primer sonido que emite un bebé (con lo que puede explicarse el sentido del término), como algo nuevo que parte de cero.

El Dadaísmo tenía como objetivos: destruir las decepciones humanas; protestar contra todo el orden establecido; recuperar el azar del orden natural; eliminar la trascendencia del Arte; promover todo lo irracional, absurdo y falto de sentido.

La escultura Dadaísta fue más cercana a un modo de vida que a un estilo pictórico. De hecho, se trata de una escultura anárquica, que pone en entredicho el objeto escultórico, burlándose de su utilidad a través del humor; así como al sujeto escultórico, ironizando sobre su papel en la sociedad.

Mantiene una actitud iconoclasta que afecta a todas las artes. Así, busca nuevas tipologías para la obra escultórica: los ready mades. Un ready made que viene a presentar como obra escultórica a un mero objeto industrial o de uso corriente. Sigue así, también, la estela de la escultura decorativa, haciendo de un objeto cotidiano un objeto estético. De esta forma, para la escultura Dadá es el escultor quien decide si su obra es una obra de arte o no. Pues lo importante de la escultura es la idea del escultor. En este sentido, mi obra tiene una parte de manufactura, pero también introduce el carácter de los ready mades, con ese encuentro "fortuito" entre yo y la tele.

Se trata de una escultura del mal gusto, componiendo collages con objetos de desecho y de la basura. Pues lo que se busca es una reacción ante la pieza, que no genere indiferencia visual. Utiliza una tipografía libre y sin reglas, sin signos de puntuación y tratando de colocar casualmente los objetos e imágenes. En mi obra, he querido buscar ese impacto visual, es dcir, que mi obra no quedase indiferente a aquel que la mire.

 

Raoul Hausmann (1886-1971). Fue un artista y escritor austríaco. Con el seudónimo Der Dadasophe, ejerció un destacado papel como artista dadaísta creando collages experimentales, poesía sonora y realizando críticas institucionales en Alemania durante los años transcurridos entre las dos guerras mundiales. Haousmann fue uno de los líderes del movimiento Dadá de Berlín junto a George Grosz, John Heartfield, Hannah Höch y Richard Huelsenbeck.

La obra de este artista que más me ha influenciado a la hora de llevar a cabo este proyecto, la cual considero que guarda mucha relación con mi pieza, es su escultura titulada El Espíritu de Nuestra Era - Cabeza mecánica (imagen de la izquierda). Esta escultura está desde 1974 en el Centre Pompidou, Musée national d’art moderne-Centre de création industrielle, París. 

La Cabeza Mecánica de Hausmann nos evoca al filósofo alemán George Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), para quien todo se reduce al ámbito de la mente. Entre los discípulos y críticos de Hegel estaba Karl Marx, por lo que la escultura de Hausmann podría leerse como un agresivo reverso marxista de Hegel o una cabeza cuyos pensamientos estan determinados por objetos literalmente fijados en ella. Apoya esto la declaración de Hausmann, que aseguraba que el alemán promedio “no tiene más capacidades que esas que han sido adheridas con pegamento en los costados de su cráneo; su cerebro permanece vacío.”

Hausmann, por lo tanto, invierte la noción de la cabeza como el centro del raciocinio yendo en contra de la tradición retratista europea al revelarnos una cabeza penetrada y gobernada por brutales fuerzas exteriores. La "cabeza desastre", crudamente tallada, tiene una mirada vacía y estúpida y su identidad es otorgada sólo por los objetos adheridos a ella: una regla, una cinta métrica, una taza de metal, un estuche de gafas y una pieza metálica que puede ser un plato. Esta “Cabeza mecánica” está mucho más cerca de un engendro frankensteiniano que de un estilizado androide al estilo de Yo Robot, cuyas emociones sobreviven contenidas en un corazón grabado en la vacía taza de latón. Todo lo que el individuo moderno es, está fuera. Esto es, su identidad e incluso su alma.

En el caso de mi obra, esas fuerzas exteriores que rigen, tanto la cabeza (mente), como el resto del cuerpo humano (acciones), están concentradas en un único objeto: la televisión. La expresión del rostro es inexistente. Es como si se mantuviese inmóvil e indiferente ante lo que sucede frente a él (la realidad, el exterior, el "mundo vivo"). La televisión, más que enseñarnos cosas nuevas, útiles y constructivas, nos absorbe con emisiones banales, que no aportan nada provechoso. De ahí el nombre de la obra. Consecuentemente, las personas hemos sido inducidas hasta tal punto, que es como si la televisión (el medio de comunicación más común y extendido en la actualidad) se hubiese transformado en una prolongación de nuestro propio cuerpo, o como si el propio aparato nos hubiese atrapado, literalmente. Mi obra es, por tanto, además de su estética surrealista, una crítica a este medio de comunicación.

SurrealismoEsta corriente artística, surgida en Francia a mediados de la segunda década del siglo XX, pretendía reflejar el inconsciente humano mediante la exploración del mundo de los sueños. El movimiento surrealista se inició de manera oficial en París en 1924 con la publicación de su Primer Manifiesto, escrito por André Breton. Sin embargo, durante los tres años anteriores se puede considerar que estaba gestándose, pues el foco dadaísta parisino lo configuraron los mismos miembros que, más tarde, se adscribirían a los surrealistas.

El Surrealismo creía en la existencia de otra realidad y en el pensamiento libre. Plasmó un mundo absurdo, ilógico, donde la razón no puede dominar al subconsciente. Tomó del Dadaísmo, la importancia del azar y la rebeldía, pero rechazó su carácter negativo y destructivo. Posteriormente buscó inspiración en el inconsciente, la imaginación, el método de la escritura automática y el estudio de las teorías del psicoanálisis de Freud. En literatura, generó una revolución en el lenguaje y la aportación de nuevas técnicas de composición (personificación, metáfora, exageración, etc.).

El surrealismo fue el movimiento literario y artístico más importante de entreguerras, pero sus intenciones no se limitaron al arte. Su finalidad era transformar la vida a través de la liberación de la mente del hombre de todas las restricciones tradicionales que la esclavizan. La religión, la moralidad, la familia y la patria se convierten así en instituciones a revisar. Adoptó formas muy diversas. En un primer momento fue la causa un proyecto esencialmente literario, sin embargo en la segunda mitad de los años veinte, se fue adaptando rápidamente a las artes visuales (la pintura, la escultura, la fotografía, el cine).

Se distinguieron dos modos de hacer arte surrealista: uno que defendía el automatismo, donde se encontraban los surrealistas abstractos como Joan Miró y André Masson, que creaban universos figurativos propios. En el automatismo las ideas y las asociaciones de imágenes, surgen de manera rápida, espontánea, fluida, sin hacer caso para nada a la coherencia o al sentido; y otra, que creía que la figuración naturalista podía ser un recurso igual de válido. Así, los surrealistas figurativos como Salvador DalíRené Magritte, Paul Delvaux, Estéfano Viu o Yves Tanguy, se interesaban por los sueños y el realismo mágico.

Principales exponentes. A partir del año 1924 el alemán Max Ernst, el francés Jean Arp, así como el pintor y fotógrafo estadounidense Man Ray se incluyeron como miembros del movimiento. También se unieron por un corto periodo de tiempo el francés André Masson y el español Joan Miró, quienes se desligaron al año siguiente por su individualismo y desacuerdos con los dictados de André Breton. Según Miró su pintura estaba concebida en un estado de alucinación. Más tarde, se incorporó el pintor franco-estadounidense Yves Tanguy, así como el belga René Magritte y el suizo Alberto Giacometti. El pintor catalán Salvador Dalí se asoció en 1930, pero más tarde fue relegado por la mayoría de los artistas surrealistas, ya que estaba más interesado en la comercialización de su arte que en las ideas del movimiento. A pesar de que durante cierto tiempo fue el artista más renombrado del grupo, su obra fue tan personal que constituye una de las muestras más representativas del surrealismo. 

 

Por su estética, defensora de lo figurativo como un método válido, y su relación con lo onírico, es por lo que el Surrealismo se ha convertido en un movimiento fundamental a la hora de concebir y desarrollar mi obra.

Desarrollo y ejecución

Mi idea era realizar una escultura que constara de moldes de dos partes del cuerpo: uno de la cara, el cual estaría sujeto a la pantalla de una televisión; y otro de los brazos, los cuales irían colocados a los lados de dicha tele. Así, en mi obra quise trabajar con la personificación: una tele convertida en persona, aunque tamién puede interpretarse como una persona transformda en una televisión.

Bocetos:

 

 

1. Consecución de la tele. Primeramente, quise realizar la televisión a mano. Sin embargo, pronto me di cuenta de que esto, teniendo en cuenta el poco tiempo que teníamos para la realización de este proyecto, era inviable. Tenía todas las medidas preparadas e incluso llegué a cortar algunas piezas de madera. No obstante, casualmente, encontré una vieja televisión tirada que me vino muy bien para reutilizarla en mi obra. Me deshice del tubo y el resto de elementos del interior del aparato y me quedé únicamente con la carcasa de plástico.

2. Consecución de los brazos. Los brazos los obtuve mediante moldes (uno para cada brazo). El material utilizado, tanto para la realización de los moldes, como del positivo de los mismos, fue la escayola. En primer lugar, me senté en una silla y apoyé el brazo en una mesa. La posición de los brazos debía ser natural y dar la sensación de reposo. Después, se realizó una cama de barro alrededor del antebrazo y la mano (la parte que apoya en la mesa). Una vez lubricado todo bien con aceite vegetal para evitar que la escayola se pegase a la piel y facilitar la extracción del molde, se comenzó verter la escayola (más líquida al principio) sobre el antebrazo y la mano.

Cuando la escayola estuvo un poco más espesa, se vertió también sobre la parte del hombro y del brazo, limitando el molde, hacia la mitad aproximadamente, con la ayuda de cartones. Por último, se reforzó esta primera parte del molde con escayola y estopa. Para realizar la segunda parte, tuve que tumbarme en el suelo y encajar de nuevo todo el brazo en el molde, realizado con anterioridad. He de decir que fue un poco incómodo, pero, por suerte, conté con la ayuda de mi padre, quien posee mucha experiencia para hacer moldes. Del mismo modo, una vez fraguada la escayola, se reforzó con más escayola y estopa. Con cuidado y con la ayuda de espátulas y un cincel, se separaron las dos partes del molde, liberando el brazo que se encontraba en su interior.

Con la ayuda de un cúter, se retiraron ciertas partes que, con seguridad, habrían provocado agarres en el positivo y habrían evitado que ésta saliese con normalidad. Para la obtención del positivo, en primer lugar, se dio una capa de goma laca en el interior y hacia los bordes de las dos partes del molde. Posteriormente, se lubricó todo con aceite vegetal. Se selló toda la junta con plastilina y se mantuvo todo bien cerrado con la ayuda de unas gomas y un par de cuerdas, que se ataron alrededor del molde. Aún así, una vez vertida la escayola dentro, tuvimos que ir revisando y resellando algunas zonas que se iban abriendo conforme golpeábamos y balanceábamos levemente el molde, con el fin de extraer las posibles burbujas de aire que pudieran permanecer en el interior.

Una vez fraguada la escayola, se extrajo el positivo con ayuda de un cincel y varias espátulas para ejercer presión y facilitar la apertura de ambas partes. Poco a poco y con mucho cuidado (sobre todo en la zona de la mano y los dedos), se fue extrayendo todo de una pieza. Sin embargo, uno de los problemas que surgió durante la extracción de la mano, fue que, hacia la parte de la muñeca, la pieza se partió, por el mimbreo del cincel.

Para extraer el segundo brazo, corregimos algunos fallos y dificultades que habíamos tenido con el anterior. Para empezar, se dieron dos capas de goma laca, en vez de una (lo cual creó una película más potente), y se echó vaselina antes del aceite. Así, la extracción de esta pieza fue mucho más fácil. El problema vino mientras intentábamos extraer la parte de la mano. La dificultad estuvo en los agarres de los dedos. Si bien se golpeaba con el cincel con muchísimo cuidado e, incluso, se vertió agua para que entrase en los huecos entre el molde y la pieza, y facilitar su separación, a pesar de todo, el agarre de los dedos hizo que estos saliesen separados de la palma de la mano.

Una vez las piezas estuvieron razonablemente secas (se aceleró el proceso de secado mediante la colocación de las mismas en hornillos, sobre una parrilla), se retallaron las imperfecciones propias de haber realizado el molde en dos posiciones distintas. Se eliminaron las diferencias y se igualó todo, lo máximo posible. Más tarde, me dispuse a pegar las partes que se habían separado. Para ello, en ambas juntas, se dio una capa fina de goma laca incolora para crear una película y después pegar las partes con pegamento fuerte. Una vez seco, se enmasillaron con aguaplast, tanto dichas juntas, como el resto de imperfecciones. Más tarde, cuando la masilla estuvo totalmente seca, se suavizaron las estas zonas con una lija fina.

Para unir y encajar los brazos al cuerpo de la tele, se realizaron dos incisiones, previamente medidas y ubicadas, en la pasta de la carcasa (en la pieza de la pantalla), y en la cara de los hombros que irían pegados a la tele. Se pegaron dos varillas de madera en las incisiones de los brazos mediante una mezcla de yeso moreno y cola blanca (una vez seco, esta mezcla es muy dura y resistente). Estas varillas encajaban los brazos al cuerpo de la televisión e impedían que éstos se moviesen o cayesen.

Consecución de la pantalla. La pantalla de la televisión consta de dos partes. Primero debía conseguir el molde de mi cara. Los materiales utilizados fueron el alginato, la escayola y la estopa. El molde se hizo, primero, vertiendo una capa de alginato sobre le rostro, ayudándonos de una brocha. Seguidamente, antes de que ésta solidificase, se vertió el resto del alginato. Finalmente, se reforzó este material con escayola y estopa. Una dificultad que derivó de este proceso, fue que, al quitarme el molde de la cara, la primera capa de alginato se separó del resto.

 

No obstante, esto no impidió que sacase el positivo en cera (parafina) caliente, mediante una brocha, rellenando poco a poco, capa a capa. El resultado fue una cara que, si bien apenas mantenía parecido conmigo, constituía un rostro nuevo y único: una nueva cara, extraída a partir de la mía. De este modo, tuve que retallar las zonas que habían quedado desiguales o muy desdibujadas. No quise abusar de este proceso, pues quería respetar al máximo la textura y características del molde original. A continuación, recorté los bordes de la careta de cera para que quedasen lo más lisos y planos posible.

Para conseguir la forma de la pantalla, se construyó un rectángulo con tablillas de madera sobre una superficie lisa, pegados y grapados. Seguidamente, se taparon las juntas con barro para evitar fugas al derramar la cera líquida. La careta fue colocada en el centro. Así, la pantalla se hizo mediante dos capas (la primera se había solidificado ya cuando echamos la segunda). Esto provocó que, a la hora de encajar la pantalla en la tele, se produjeran algunas grietas donde debían haber unido ambas capas. Afortunadamente, no cedió más y se pudo continuar el trabajo con normalidad. Las grietas fueron tapadas posteriormente con más cera caliente.

Se encajó la pantalla de cera realizando en sus bordes varias incisiones, ajustándonos a la medida de los salientes que poseía la parte interna del aparato. Una vez encajada, se reforzó toda la parte de atrás con cera caliente, esta vez extendida con brocha (las capas se unen perfectamente de esta manera). Más tarde, se rellenaron los huecos de la cara que habían quedado entre el rectángulo de la pantalla y la misma, tanto en la parte de arriba, como en la de abajo, mediante la superposición de capas de cera con una brocha. Para rellenar el hueco de arriba (la frente de la cara), se empleó algodón para dar la forma. Poco a poco, se fue rellenando con cera, hasta conseguir la forma deseada.

Ya solo quedaba retallar las imperfecciones de la cera y pulir un poco las formas. Se encajaron los brazos al cuerpo de la tele, y la escultura estuvo así completamente acabada. 

Fotografías del proceso

Presentación fotográfica de la pieza. Acacado

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